Mi bautismo en la nieve

Este fin de semana nos fuimos a esquiar, o mejor dicho en mi caso, a intentarlo, a una pequeña estación en Pensilvania llamada Roundtop. De los que íbamos, Paco y yo erámos los únicos que nos estrenábamos y Alice se ofreció como profe. A pesar de su paciencia y buenos consejos, no fui capaz de salir de la explanada inicial con levísima inclincación que apropiadamente se llamaba Discovery Area. Menos mal que su otro alumno, Paquito, fue bastante más espabilado y se atrevió con una de las pistas. Yo me caí como unas diez veces, las botas me parecieron infernales, y esquiar superchungo, pero a pesar de todo esto no pierdo la esperanza de ser capaz algún día de bajar happy por alguna colina, que la peñuqui me daba mucha envidia. Ahora me arrepiento de no haber empezado antes, espicialmente cuando veía a Sean con sus tres añitos aprendiendo a una velocidad de vértigo, y yo con mucha paciencia jul jul.

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